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Bruce Lundvall, presidente de Blue Note

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Publicamos la traducción en castellano de esta entrevista, originalmente aparecida en All About Jazz el 15 de mayo del 2003. Bruce Lundvall viajará próximamente a Europa, a los festivales de jazz de Barcelona y Berlín, para conmemorar los 70 años de Blue Note. En Barcelona, Lundvall charlará con el crítico Bob Blumenthal (Institut d'Estudis Nord-americans, 3 de noviembre del 2009, 19.00 horas) sobre el legado y el presente del sello azul.

Cuando nos enteramos de la presentación en Estados Unidos del libro Blue Note Records: The Biography, de Richard Cook, y decidimos reseñarlo y entrevistar al autor, pensamos que también sería oportuno e interesante tener la opinión de Bruce Lundvall, actual presidente de la discográfica. Bruce era un joven aficionado al jazz cuando Blue Note apareció en escena y le conquistó desde el primer momento. Incluso llegó a pedir un trabajo a Alfred Lion, trabajo que no consiguió por no existir disponibilidad en ese momento. 20 años después, se hizo cargo de Blue Note y, bajo su mando, se ha ganado una merecida reputación como una discográfica que mantiene su integridad y dedicación al jazz pero sin dejar de obtener beneficios. Bruce se muestra en esta entrevista como un hombre de negocios hábil, que ama profundamente el jazz, apoya a los músicos y disfruta realmente con la combinación de negocio, música y amistades que su trabajo le ha reportado.



All About Jazz: Me emociona hacerle una entrevista, señor Lundvall, y me siento honrado. Estoy escribiendo una reseña del nuevo libro de Richard Cook, Blue Note Records: The Biography, y pensé en entrevistarle como presidente de Blue Note para conocer su punto de vista sobre la discográfica y su historia, así como del libro. Mi primera pregunta es inevitable: ¿cuáles son sus discos favoritos de Blue Note?

Bruce Lundvall: Sabía que me haría esta pregunta. One Night with Blue Note, de Art Blakey, Clifford Brown, Horace Silver, Lou Donaldson y Curly Russell. Dexter Gordon: Go! Por descontado, Blue Trane. Bud Powell: The Genius of Bud Powell. Y, obviamente, el primer Monk de Blue Note. Y los discos de Herbie Nichols. Es fabuloso, un artista realmente infravalorado, muy original. Estos son algunos de mis favoritos.

AAJ: ¿Ha leído la nueva biografía de Blue Note escrita por Cook?

BL: Por supuesto.

AAJ: ¿Qué piensa del libro?

BL: Creo que es una descripción cronológica muy precisa sobre lo que sucedió en aquellos años. Podría haber utilizado más anécdotas, que algún día saldrán a la luz. Creo que Richard hizo un gran trabajo. El único problema que tuve fue cuando me describió como "corpulento." (Risas)

AAJ: Es un hecho histórico muy importante. (Risas.)

BL: Muchísimo.

AAJ: ¿Se saltó alguna parte del libro o hubo alguna que le trajera malos recuerdos?

BL: Básicamente, creo que hizo un fiel retrato de la época de Alfred Lion. Conocí a Alfred durante sus dos últimos años de vida y me dio mucha información sobre el funcionamiento de la compañía y sobre lo duro que era. Como sabe, siempre hubo problemas de deudas. Algunas de las historias, como cuando recogieron a John Coltrane en una farmacia y lo llevaron a una sesión con Johnny Griffin y Hank Mobley, etc., son ciertas. Pero creo que hay una historia más importante por contar y espero que, cuando se escriba —tal vez por nuestro 70 aniversario, que no está muy lejos— se convierta en una historia integradora. Ello actualizaría por completo la historia de nuestra compañía.

AAJ: ¿O sea que faltan muchas cosas en el libro?

BL: Sí, pero no pasa nada. Cook se centró en la época de Lion-Wolff, algo que era necesario hacer. Pero me gustaría, en algún momento, que se actualizara la historia porque ha sido un continuo. Obviamente, Alfred es aún nuestra inspiración.



AAJ: ¿Cuáles son sus recuerdos de la época de 1960, cuando fue a ver a Lion para pedirle un trabajo en Blue Note, que no se materializaría hasta unos 20 años más tarde?



BL: En esa época yo estaba en la Universidad de Bucknell, en Pensilvania, y como ocurre cuando uno se gradúa, iba a ser entrevistado por grandes compañías como IBM, Xerox, etc. Pasé por unas cuantas y pensé: "Esto no es lo que quiero hacer. Yo quiero estar en la industria discográfica." Me gradué en 1957 y empecé a buscar trabajo en ese mundo. La primera discográfica que fui a ver fue Blue Note, y simplemente llamé a la puerta; ni siquiera llamé antes por teléfono. Era muy ingenuo. Todo lo que recuerdo es que Alfred Lion estaba allí con un par de personas. Fue muy correcto y todo lo que dijo, con su acento alemán, fue: "No buscamos a nadie, sólo somos Frank [Wolff] y yo." Y eso fue todo: cinco minutos después estaba fuera. Por eso, para mí dirigir esta compañía después de todos estos años es emocionante. Siempre ha sido mi discográfica preferida. Compraba discos de Blue Note cuando era joven sin haberlos escuchado antes, porque la calidad era siempre buena.

AAJ: ¿Qué había en la calidad de esas grabaciones que le llevó a usted y a muchos otros a sentir que eran las mejores?

BL: Bueno, este asunto se ha discutido muchas veces. Por un lado, Lion siempre ensayaba un día entero y tenía un concepto muy claro en mente cuando llevaba a los músicos al estudio. Nunca se despilfarraban las sesiones como se hacía en otras discográficas. Estaban bien planeadas. Y siempre tenía a los mejores músicos. Blue Note fue la compañía que parecía descubrir siempre las nuevas voces. Por ejemplo, nunca había escuchado al saxofonista Tina Brooks, pero compré su disco y pensé: "Dios mío, es como Mobley, pero diferente. Es genial." Lion siempre aparecía con este tipo de talentos. Por tanto, el catálogo se mantiene por sí mismo. Por supuesto, Prestige grabó también algunos grandes discos. Pero en los 40 y 50, cuando empecé a comprar mis primeros elepés, uno de los primeros que compré fue el de 10 pulgadas de Bud Powell. Después compré discos de Herbie Nichols. Tuve que escucharlo durante un mes hasta que comprendí lo que hacía. Era un niño y empezaba a entrar en el mundo de la música.

AAJ: Entonces, ¿Lion y Wolff tenían instinto?

BL: Tenían un muy buen instinto y siempre tuvieron un buen concepto de lo que querían en el estudio. La calidad del sonido fue siempre de primera calidad, obviamente. Y los prensados excelentes.

AAJ: Acerca de la calidad del sonido, hablamos en gran medida del ingeniero de sonido Rudy Van Gelder. Me pregunto si cree que las habilidades especiales y las cualidades personales de Rudy influyeron en tan excepcionales grabaciones.

BL: Él sabía cómo grabar a los artistas. Dijo que Alfred le había contado lo que quería escuchar y Rudy lo había cumplido. Era tanto Alfred como el equipo. Hablamos mucho con Rudy sobre esta cuestión y nos dijo que Alfred sabía lo que quería. Quería esa presencia de la batería, de los metales en el micrófono, y consiguió su propio sonido, convirtiendo las grabaciones en algo emocionante. Alfred conseguía también inspirar a los músicos. Sé que fue a Harlem y a otros lugares para buscar músicos y llevarlos a Nueva Jersey, además de darles comida y bebida. Y creó una atmósfera amistosa y cálida en el estudio, todos los músicos decían lo mismo. Pero Rudy era puntilloso con el sonido. Y no dejaba que nadie tocara los controles. Creo que aún es así hoy en día. Y, por lo visto, llevaba guantes blancos. Había veces que no dejaba que los músicos tocaran el piano hasta que la luz verde se encendía, etc. O sea que era muy quisquilloso, pero también un hombre encantador. Comí con él hace poco.

AAJ: ¿Y qué está haciendo últimamente Rudy?

BL: Todavía está grabando en el estudio de Englewood Cliffs. Nosotros aún lo contratamos de vez en cuando. Hoy en día es complicado porque los artistas eligen sus propios estudios, mientras que antes todo se grababa allí.



AAJ: Déjeme hacerle una pregunta histórica más y después volvemos a la actualidad. ¿Qué le inspiró a tomar la decisión sin precedentes de traer a Dexter Gordon a la discográfica en los 80?

BL: Bueno, Dexter siempre fue uno de mis músicos preferidos. Cuando estaba en Columbia Records no le había visto tocar. Un día, estando en la boda de John McLaughlin en el Hotel Plaza, un amigo me dijo: "Sabes, Dexter Gordon está tocando en Nueva York." Díos mío, me dije, e inventamos una excusa para abandonar la boda e ir a un club en la calle 57 en el que estaba Dexter con Woody Shaw y George Cables. Era increíble. Así que fui al camerino y le dije que quería que firmara con Columbia Records. Él respondió, divertido: "¿CBS?," con su voz profunda. Así fue como le contratamos. Y Dexter y yo nos hicimos buenos amigos, y cuando me fui a Blue Note, lo traje conmigo. Y es una pena porque nunca grabó con nosotros, excepto la segunda parte de la película Round Midnight.





AAJ: Volvamos a la actualidad. Sabemos que el distintivo de Blue Note Records es la integridad. ¿Qué ha sucedido en su vida y cuáles han sido sus experiencias para que alguien como usted, que es una persona de negocios, ponga la calidad de la música al mismo nivel o incluso por encima de las consideraciones económicas? ¿Qué fue lo que produjo este idealismo en un presidente como usted?

BL: Yo creo que si firmas con un artista que tiene su propio sonido, su propio concepto y que hace algo importante a nivel musical, al final ganas. Obviamente, hemos producido discos comerciales, como Alfred hizo en su día, pero tratamos de mantener nuestra lista enfocada en artistas individuales con fuerza, los que hacen evolucionar la música. Por ejemplo, Jason Moran y Greg Osby. O mantendremos a Joe Lovano durante mucho tiempo. O firmaremos con Gonzalo Rubalcaba, de Cuba, y con Patricia Barber.

Creo que la discográfica tiene que estar en consonancia con los tiempos. Es una forma de arte y mientras sigamos consiguiendo beneficios para la empresa —lo que hemos hecho desde el principio gracias al gran catálogo que construyó Alfred— nunca me molestan con juicios corporativos como "tienes que renunciar a este artista o a este otro porque nos hace perder dinero." Tenemos a algunos artistas que nos hacen perder dinero, pero son importantes porque construyen nuestro futuro catálogo. Y esto es lo que yo busco. Tenemos a Cassandra Wilson, que vende muchos discos, y a Norah Jones, que vende millones. También Dianne Reeves vende muy bien. Medeski, Martin & Wood venden y dan beneficios. Lovano da beneficios. Si te preocupas por los costes y no haces locuras, no hay problema. Cuando un artista se hace muy famoso, hay discográficas que pagan fortunas por su discos. Bueno, no se puede hacer esto en jazz, a no ser que el artista venda suficiente para justificarlo.

Y tenemos una relación muy estrecha con los artistas del sello. A veces, por ejemplo, cuando Joe Lovano ha querido hacer un disco más ambicioso económicamente —como una big band o un disco con orquesta— consigue un pequeño adelanto. Podemos discutirlo, porque él sabe que puede confiar en mí. E intentamos no entorpecer su visión creativa.

AAJ: ¿Cuál es el papel del productor en este proceso?

BL: El productor solía ser el que estaba en el estudio, hacía el disco, asesoraba a los artistas, sugería canciones, tempos, etc., e incluso daba ideas conceptuales para los discos. Hoy en día no tanto, porque los artistas de jazz tienen claro lo que quieren hacer. Ayer escuché el nuevo y más extraordinario disco de Pat Martino que saldrá este verano. Es el mejor disco que ha hecho y es impredecible para él, con Gonzalo Rubalcaba al piano, Lewis Nash a la batería, Christian McBride al contrabajo y Joe Lovano en el tenor. Una buena configuración, nueva y apasionante. Y ése era realmente el concepto de Pat.

AAJ: ¿Así que realmente hay un diálogo con los músicos?

BL: Todo el tiempo. Y con Lovano, por ejemplo, él tiene nuevas ideas cada dos minutos, así que nos sentamos y tiene cuatro o cinco proyectos, yo le digo: "Joe, ¿cuántos proyectos podemos hacer este año? Centrémonos en el que sea más realista."

AAJ: ¿Qué ingenieros utiliza hoy en día?

BL: Todavía trabajamos con Rudy. Y con James Farber. Utilizamos varios buenos ingenieros-productores.

AAJ: ¿Cuáles son sus objetivos para Blue Note Records en la próxima década? ¿Qué le gustaría que supieran nuestros lectores-fans, músicos, historiadores, estudiantes?

BL: Me gustaría que el sello representara a los artistas de jazz más importantes. Ya sean los antiguos artistas, ya los nuevos que vayan apareciendo. Quiero artistas que hagan evolucionar la música. Cuando me haya retirado o haya muerto, me gustaría que la gente dijera que Lundvall fue capaz de continuar y ser fiel a la visión de Alfred Lion. A pesar de que sea diferente, por ejemplo, tenemos muchos más vocalistas que él, creo que el sello tiene que representar la cultura en la que estamos hoy. Debemos ser representativos de lo mejor del jazz y tener a los mejores artistas, los que suponen una diferencia. Nunca los tendremos a todos, evidentemente, pero estoy muy orgulloso del catálogo que tenemos. Acabamos de firmar con Wynton Marsalis. Se unió a nosotros y dijo: "Sois el único sello de jazz y quiero estar con vosotros." Yo firmé con Wynton en Columbia Records. Así se ha sumado a nuestro catálogo.

AAJ: O sea que es una cuestión de ampliar los límites.

BL: Bueno, no sólo eso, existe además una tradición en esta música. Es solamente que uno quiere tener en su sello a los artistas de jazz más ejemplares e influyentes. Y también quiero a los que hacen evolucionar la música en nuevas formas. También hay que hacer que el sello sea rentable para que nadie se meta con él, algo que puede pasar cuando eres parte de una gran corporación. Mientras consigamos un buen resultado, cosa que hemos hecho cada año, la compañía apoya toda la operación. Y he tenido siete u ocho jefes diferentes desde que estoy aquí. He tenido mucha suerte, porque todos han apoyado la música.

AAJ: He disfrutado mucho de la entrevista, pero sé que usted es un hombre muy ocupado.

BL: Lo último que me gustaría decir es que tengo el apoyo de un equipo compuesto por músicos. Tengo un ambiente muy musical, sí. Tengo a Tom Evered, el mejor director. Es un musicólogo total. Lo sabe todo sobre el jazz y la música clásica. Se graduó en una escuela de música como trombón y pianista. Tengo también a Arif Mardin, el mejor A&R (Artists and Repertoire) del mundo, tanto para Blue Note como para el sello Manhattan. Produjo el disco de Norah Jones y acaba de terminar un disco maravilloso de Dianne Reeves para Blue Note. Tiene 40 discos de oro y platino, unos cuantos Grammy, etc. ¡Y trabaja para mí! Es un milagro.

Es un equipo completo, pequeño, pero de grandes fans del jazz. Cuando un artista toca en Nueva York, ahí están ellos. A veces los músicos se quejan de que la gente de las compañías nunca aparecen, pero yo voy siempre, incluso a escuchar a nuevos músicos. Y lo mismo hace Michael Cuscuna. Él todavía produce para nosotros, justo acaba de grabar el disco de Terence Blanchard. Y, por supuesto, se encarga de todos nuestros programas de reedición.

AAJ: Gracias, Bruce, por una entrevista muy informativa y reflexiva.



Traducción castellana de Elena Almirall/Festival Internacional de Jazz de Barcelona

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